jueves, 16 de enero de 2014

Masters of Sex


http://www.filmaffinity.com/es/film870144.html      Con ese título, Masters of Sex, podría parecer que se trata de una serie sobre actores porno o algo así. Pero la verdad es que no: es un drama de época/comedia negra ambientado en los años
cincuenta, que hace un juego de palabras con su título, pues cuenta la historia del doctor William Master, un reputado ginecólogo de un hospital universitario del medio-oeste americano (San Luis), famoso por estar especializado en fertilidad humana, que decide iniciar un nuevo estudio sobre las reacciones fisiológicas que el cuerpo humano tiene durante el sexo, para tratar desacreditar montones de mitos que existen sobre la sexualidad, incluso en los libros de medicina, y de averiguar, con bases científicas, que es lo que pasa de verdad y cómo funciona realmente el sexo.

      Ya los primeros dos o tres episodios la convierten en una serie muy prometedora... Y, pese a su tema y calidad, tampoco esta es de la HBO, sino de Showtime (la cadena que emite Dexter, por ejemplo): A la HBO le están saliendo rivales serios. Y no es extraño, la creadora de la serie es la
guionista y productora de The Pacific, y entre los directores de los episodios están directores de cine (nuevamente, la calidad está desplazándose cada vez más del cine a la TV, de pago, claro) como John Madden (Shakespeare in Love) o Michael Apted (El mundo nunca es suficiente).



--- ATENCIÓN: PUEDE CONTENER ALGUNOS SPOILERS ---
(nada serio que te vaya a fastidiar la serie, pero advertido quedas)

      Al principio, Masters (Michael Sheen) procede a realizar el estudio con pocos medios y en sus ratos libres.

     Pero claro, esto no es un hobby como el aeromodelismo o el macramé, así que contrata a una prostituta y acuerda con ella que, mientras esté con sus clientes, él estará escondido armado con un portafolios, una pequeña linterna, un cronómetro, y un bolígrafo, y ella le dejará mirar a través de un agujerito.
      Después discute las jugadas del partido con ella mientras la invita a cenar, cosas como la duración de cada fase, o del orgasmo del cliente, o del de la prostituta. Claro que empieza a descubrir algunas cosas, y a derribar algunos mitos, como cuando, extrañado de la inusual duración del climax, ella le dice que esta fingiendo y él pregunta si es una práctica habitual entre las prostitutas. Ella responde:

“Es una práctica común entre cualquiera que tenga
un agujero entre las piernas.”
       Pero claro, pronto descubre que no son las condiciones más adecuadas, y que, como le recomienda la prostituta:

 “Si de verdad quieres aprender acerca del sexo, vas a tener que conseguir una  compañera femenina.”
      Y el caso es que el doctor Masters está felizmente casado, con la esposa ideal de los años 50, alguien que lo espera en casa, arreglada con su vestido, le sirve una copa al llegar, duermen en camas separadas, y ella reza una pequeña oración antes de tener sexo con él, porque están intentado tener un hijo... en fin, la perfecta ama de casa de la época.


     Y es que, en casa del herrero, cuchillo de palo, porque, aunque el buen doctor es un experto en fertilidad y ha ayudado a montones de parejas a tener hijos, esa tarea se le resiste en el caso de su matrimonio...


      Por mucho que le tome la temperatura a ella, determine el momento de la ovulación, lo hagan en la postura más adecuada, o la obligue a permanecer después 20 minutos tumbada con las rodillas sobre el pecho.

      Pronto descubre que llevar a cabo el estudio con medios tan rudimentarios no es lo más adecuado, así que se lleva a su cobaya al hospital para poder conectarla a sus aparatos y obtener observaciones más precisas. No habrá cliente masculino, pero, al menos, podrá estudiar el orgasmo femenino. Los diálogos de la serie son buenísimos, chispeantes, divertidos; y no tienen desperdicio. Por ejemplo, cuando va a empezar la primera prueba con su prostituta, ya conectada a los cables, esta le pregunta:
-¿Tenemos todo lo necesario?
-Electrocardiograma, electroencefalograma,...
-¿Vibrador?
-No me dijo nada de un vibrador.
-Por eso te sigo diciendo que necesitas una compañera mujer.
-Estoy en ello.
-¿Al menos tienes revistas?
-Tengo... para hombres.
-OK.
-Con fotos de mujeres.
-Bien.
-Desnudas.
-Mejor todavía.
      Y el buen doctor se queda momentáneamente sin palabra. El caso es que, efectivamente está en ello.

     Decide contratar a una secretaria que le ayude con el tema delicado tema de su experimento y de reclutar candidatos, y se fija Virginia Johnson (a la que todos llaman Gini), una administrativa que trabaja en el hospital. Aunque más bien es ella la que se fija en él y se propone (o autoimpone) como la perfecta ayudante.

       Gini (Lizzy Caplan) es una mujer divorciada
dos veces y con dos hijos, despierta, inteligente, con un gran don para percudir y convencer a la gente y muy liberada para su época: me trae completamente loco a otro de los médicos del hospital –con cierta fama de galán mujeriego- con el que empieza a salir, cuando le enseña otras “cositas” que pueden hacerse durante el sexo.


      Claro que esto se acaba convirtiendo en un problema para ella cuando se entera de en qué va a colaborar con Masters, y para él: intenta con sus siguientes ligues que le hagan y hacerles lo mismo, pero claro ellas son mujeres de los 50 y acaban mirándolo como a un pervertido rarito (una de ellas le acaba diciendo “Lo siento pero no puedo. ¿No es suficiente con que lo hagamos y vayamos hasta el
final?”
).

      El caso es que aunque Gini no parece la más adecuada para el puesto (antes de trabajar en el hospital y de divorciarse era cantante country de la banda de su marido) y no tiene formación académica alguna (aunque se matricula en la Universidad de San Luis para intentar obtener un título de Sociología), pronto se revela como insustituible para Masters.


      Le ayuda a diseñar y construir un artilugio con luz y una lente (que permita al ginecólogo observar en primer plano la vagina de la mujer durante el orgasmo) que acaba teniendo la forma de un consolador de cristal gigante...


    Y lo que es más importante, le ayuda a convencer al reticente Decano de la facultad, interpretado por Beau Bridges.


     Una de las muchas escenas impagables de la serie es cuando le enseñan, en vivo y en directo y con un sujeto real, cómo funciona el artilugio:

- [Gini] Lo llamamos Ulises, por la película de Kirk Douglas con el cíclope gigante.
- [Masters] Incluso ayuda con la estimulación.

[...]


- [Masters] Lo único que tienes que hacer es inclinarte, más
cerca, para tener la mejor vista posible a través de la lente.
- [Gini] Pero no demasiado o le golpeará el ojo.
- [Decano] ¿Me estás diciendo “cuidado con el consolador?”.
- [Masters] Imagínate que eres Sir Edmund Hillary dejando el
campamento base.

      Claro que dependiendo de quién describa el aparato, las palabras usadas son bastante distintas. Una de las prostitutas colaboradoras en el proyecto de Masters lo hace de forma bastante
más gráfica:
"¡Oh, una linterna para el coño!"
      Pero sobre todo Gini, que se ilusiona con el proyecto tanto como su jefe, tiene una capacidad sorprendente para vender el proyecto y convencer y enrolar a voluntarios “normales” para el mismo más allá de las prostitutas con las que inicialmente trabaja Masters.


      Todo por el avance de la ciencia, e incluso haciéndoles creer que hay una lista grande de candidatos,  aún cuando todavía haya uno o ninguno, y que incluso ella misma no tendría inconveniente en ser voluntaria si no fuera porque participa en el estudio como ayudante de Masters.

     Al principio busca entre sus compañeras de trabajo: enfermeras y otras administrativas del hospital, pero pronto hay que pasar a la fase de parejas,  y nuevamente el ojo clínico de Gini no tiene precio: llama la atención de Masters sobre otro médico, del hospital, que tiene “cierta debilidad por las enfermeras”, cuando observa que él y su mujer no parecen estar muy apegados.



    Otro diálogo impagable es cuando se lo proponen:
- Me siento halagado, pero, honestamente no se si podría estar ahí, y, ya sabes, tocármela mientras hay gente mirando.

- No se trate de nada de eso. Te estamos considerando para la  fase de parejas.

- ¿Pare...parejas? Dios mío, mi mujer apenas me deja que la vea desnuda.
- No estamos hablando de ti y de tu mujer.
- Estoy reclutando varias voluntarias nuevas.
- ¿Qué voluntarias?
- Guardamos el anonimato de todos nuestros voluntarios. Pero  ya conseguí una secretaria, y hablé con una enfermera y con la esposa de
alguien de administración.
- ¡Vamos! Sólo prostitutas y estudiantes locas estaría de acuerdo con esto.

    [...]
- Todos nuestros sujetos saben que están haciendo avanzar la  ciencia.
- Son mujeres jóvenes y atractivas. Austin, confía en mí.
- No lo se. Todo esto parece como... Navidad o algo así.

--- FIN DE LOS SPOILERS ---


     La serie se basa en un libro titulado igual  Masters of Sex, y con el subtítulo The Life and Times of William Masters and Virginia Johnson, the Couple Who Taught America How to Love. Pero el caso es que el libro es biográfico. Al parecer estos dos exisitieron de verdad: Masters era el reputado ginecólogo que aparece en la serie, y Jonhson efectivamente fue su ayudante, una excantante de la banda de country de su exmarido, que intentó graduarse en sociología en la Universidad de San Luis, pero que acabó convirtiéndose en una sexóloga.


     Llevaron a cabo el estudio que se cuenta en la
serie, al principio trabajando con prostitutas, pero luego con voluntarios (con más de 700 “sujetos de prueba” al final), escribieron media docena de libros entre los 60 y los 90, fundaron su propio Instituto de investigación, e incluso acabaron casándose... y divorciándose.
      Por lo que se ve la tal Virgina era espabilada, y aunque no tuviera ninguna formación científica, perspicaz. Y así la retratan en la serie. Por ejemplo en un episodio, leyendo las teorías de Freud sobre la sexualidad femenina y los tipos de orgasmo llega a la siguiente conclusión:

“Te contaré mi teoría. Freud era  un mal amante. Una noche pilló a su mujercita con la mano bajo el camisón, y ha estado castigando a las mujeres desde entonces. [...] ¿De verdad crees que hay
diferencias entre los orgasmos?”
      Así que se pone manos a la obra a ver si de verdad hay diferencias en los datos que recoge de su sujeto de muestra...

      En cualquier caso, en la ficción, la serie es notable, tiene muchos matices, un guión inteligente, las interpretaciones son muy buenas, se aprecia que los directores de los episodios son diestros y conocen su oficio, y la ambientación y la recostrucción de la época en la que se desarrolla es muy convincente. Y eso que al tratar el tema que trata se les podía haber ido de las manos fácilmente y acabar convirtiéndose en usa serie de humor erótico y de trazo grueso.


      Supongo que con el tiempo, para aprovechar aquello que los guionistas llaman “tensión sexual no
resuelta”
entre los protagonistas, y sobre todo conociendo la relación que los protagonistas llegaron a mantener en la vida real, esto evolucionara un poco hacia algo parecido a la comedia/drama romantico....

      Pero, de momento al menos, no. Tiene una ironía y un humor muy finos, que se aprecia en los diálogos, en las imágenes de la cabecera (que no aparece hasta el cuarto episodio), todas con una segunda intención sexual, e incluso en los títulos de algunos de los capítulos van con segundas: por ejemplo, uno de ellos, cuando ya comienzan a llegar voluntarios a las sesiones masturbatorias, se titula Thank You For Coming (claro que este “gracias por venir” tiene más que ver con la otra acepción de venirse que se usa en Latinoamérica) o el que trata sobre la homosexualidad masculina, por la que el Dr. Masters está preocupado por si pudiera sesgar su estudio estadístico se titula Standard Deviation.

      Obviamente, y precisamente por el tema que trata la serie no evita castamente que haya desnudos en pantalla ni nada de eso, ni esquiva llamar a las cosas por su nombre o tratar ciertos temas.


     Trata un tema poco habitual, sobre todo si tenemos en cuenta la época en que se desarrolla: a pesar de estar ambientada poco mas o menos en la misma época que Mad Men (un poco antes) y tratar algunos temas parecidos a esta (los tabúes
de la época, el machismo imperante, el papel de la mujer,...) es todo lo contrario a esta: es entretenida, es divertida, es ágil...


      Además tampoco es complaciente con los personajes: por ejemplo, al parecer en la vida real Masters no aceptaba la homosexualidad y creía que era una disfunción más, que como otras (como la eyaculación precoz o la frigidez) se podía curar pese a las reservas sobre el tema de su ayudante; en la serie algo de esto se atisba.  Y también retrata bastante bien el machismo de la época, y como, irónicamente, las más machistas pueden llegar a ser las mujeres (es genial el personaje de la doctora resentida con el mundo por haber tenido que luchar para alcanzar su puesto en un mundo dominado por hombres, pero que curiosamente desprecia más que ningún médico hombre a Gini por no tener un título).

      En resumen, de momento al menos, una serie muy muy recomendable, no os la perdáis. Ya tiene anunciada una segunda temporada para 2014. Espero que no acaben fastidiándola a base de alargarla temporada tras temporada como desgraciadamente suele ocurrir.


Seldon
(publicado en El Pobre(cito) Hablador)








3 comentarios:

  1. Aprovecho para publicra la entrada ya que mañana se empieza a emitir doblada al español... para aquellos que os de pereza verla con subtítulos.

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  2. Me dirás que no te hago caso, pero yo no tengo la culpa de que recomiendes series que a mí a priori (y leyendo tus explicaciones) me parecen tan rollo que me tendrían que pagar (mucho) para probarlas :P

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  3. No me llama en exceso ésta a mi tampoco :/

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