Parece que hay que sentirse culpable
Parece que hay que sentirse culpable por ver una araña en
una araña, un pene en un pene y una crucifixión en una crucifixión. ¡Qué cateto
soy que no entendí la parábola de muerte, religión y realidad!
Parece que hay que sentirse culpable por no encontrar ningún
interés en los monólogos de Alma consigo misma. O con Elisabeth, quién coño
sabe.
Parece que hay que sentirse culpable por consultar el reloj (“¿Se
me habrá parado?” pensaba ilusionado, pero no cayó esa breva) en varias
ocasiones durante el visionado de la película, a pesar de sus escasos 80
minutos de metraje.
Parece que hay que sentirse culpable por prescindir de la
calidad de fotografía, pese a que teniendo
los ojos entreabiertos, debido a la somnolencia inevitable, es difícil apreciar
la belleza de los planos.
Parece que hay que sentirse culpable por no alcanzar el
sentido profundo del film, por no palpar ese sentimiento alejado de explicación
racional que solo unas pocas obras consiguen transmitir. Ésta transmite la sensación de hartazgo en sus cotas más altas, eso es verdad.
Parece que hay que sentirse culpable por detestar la
película de Bergman. Pues bien, ¡me declaro culpable, señoría! Al fin y al cabo la condena ya la cumplí
viendo ‘Persona’.
NOTA: 1/10
--- Ballesta21 (BallestaV) ---