viernes, 28 de junio de 2013

Falcón. (Miniseries de TV)

Cine negro ambientado en Sevilla.

    Hacer en nuestros días una serie de detectives digamos moralmente ambiguos, que se mueven en ambientes sórdidos y brutales, en los bajos fondos, sobre todo nocturnos, de grandes ciudades es una apuesta arriesgada porque se ha hecho muchas veces, y corres el riesgo de que se te compare con multitud de películas de cine negro clásico.

     Hacerla además situándola en Sevilla, mostrando la cara más oscura y negra de la ciudad, alejada de los tópicos de las postales turísticas, y ambientarla en gran parte en la noche, como el buen cine negro, en una ciudad donde lo más normal es la luminosidad y el sol, ya es jugársela  rizando el rizo.

     Pues eso es precisamente Falcón.



    Antes de nada hay que aclarar que no se trata realmente de una serie, sino de una miniserie. O más exactamente de dos miniseries británicas cada una de dos capítulos de unos 40 minutos de duración. En realidad son como dos películas distintas, de poco menos de hora y media, pero divididas en dos capítulos cada una.
     Esto se debe a su origen literario: la serie de Falcón es una serie de cuatro novelas publicadas entre 2003 y 2009 por el escritor británico, especializado en novela negra y de espionaje, Robert Wilson, ambientadas en Sevilla y protagonizadas por el
inspector Javier Falcón. Las dos primeras, tituladas El ciego de Sevilla y Condenados al silencio, son las que en 2012 fueron adaptadas para TV (aunque la segunda de forma bastante más libre y menos literal que la primera) gracias a una coproducción británico-germano-española, en la que participó Canal+.

    Javier Falcón es un inspector de policía, de homicidios, de Sevilla, hijo de un famosísimo pintor ya fallecido, que domina los bajos fondos de su ciudad. Es íntegro a su manera, algo ambigua. Brutal y expeditivo cuando es necesario serlo,  atormentado por su pasado, y con cierta afición a las papelinas que consume acompañadas de una botellita de agua como si se tratara de antiácidos.

    Por si alguno se anima a ver la serie y cree que le suena Marton Csokas, el actor que interpreta a falcón, pero no sabe quién es, ya os lo digo yo: es Celeborn, el señor elfo -junto a Galadriel- de Lothlorien, en la trilogía de El Señor de los Anillos.

    En El ciego de Sevilla, en plena Semana Santa, un acomodado dueño de un famoso restaurante aparece muerto, brutalmente torturado en su casa. Mientras Falcón y sus compañeros de homicidios empiezan a investigar el caso, se nos van introduciendo otros personajes recurrentes en la serie, como Consuelo, la guapa y no tan afligida viuda, por la el detective parece sentirse atraído un poco más de lo que debiera; o el juez Calderón, joven ambicioso y que parece hacer buenas migas con el inspector.

    Pero además, a medida que empiezan a aparecer otros cadáveres, dejando claro que se trata de alguna antigua venganza por algo que ocurrió en el pasado, tanto Falcón como el espectador va descubriendo que los crímenes tienen que ver de algún modo con Rafael Falcón, su padre, el afamado pintor, y el tiempo que vivió (siendo él pequeño) en Tetuán.

     La segunda miniserie, Condenados al silencio,  continúa la historia de Falcón (que ahora ha caído en desgracia ante sus superiores de la jefatura de policía, y los personajes principales, pero presentando otro caso.


     En esta ocasión un misterioso huésped manda desde la habitación de su hotel por correo electrónico un archivo de video conteniendo una confesión justo antes de que un enmascarado irrumpa en su habitación y lo mate, no sin antes haberle cortado la lengua.


    Paralelamente, un magnate de la construcción y empresario del ladrillo, fundador desde la nada de una poderosa empresa inmobiliaria aparece también muerto en su lujoso chalet, aparentemente es un suicidio, probablemente debido al cáncer terminal que sufría y que mantenía en secreto.


    Pero las apariencias no engañan a Falcón, que comienza a investigar, tanto en las altas esferas empresariales, como en los bajos fondos de la ciudad y sus barrios marginales (el millonario parecía tener algún que otro turbio secreto), en una historia en la que acabará mezcladas la CIA y dictaduras sudamericanas.

     Decía al principio que es una apuesta arriesgada, y de hecho no les sale del todo bien. Por una parte tiene su mérito ambientar una serie de cine negro en Sevilla, y lograr que casi no salga el sol. Además aunque huye de los tópicos más clásicos, no pueden
resistirse a mostrar algunas estampas típicas de la ciudad, como la Plaza de España, o la Maestranza, y no siempre lo consiguen: Javier Falcón tiene un joven sobrino que es torero y está a punto de debutar.


   Pero en general estas cosas son sólo para conseguir ambientación, y lo suelen conseguir: planos aéreos de la ciudad de noche, callejuelas del casco histórico y grandes casas con sus patios y sus terrazas sobre los tejados del centro de Sevilla, el ambiente de las tasquillas y los pequeños bares cervecita y tapas,... Estas cosas están bien hechas

     Pero lo que más chirría, en donde fallan y todo lo que han logrado con la ambientación (aunque puede que un espectador británico o alemán no lo note) es que no te puedes acabar de creer que los personajes son sevillanos.


     No basta con retratar cuatro monumentos de la ciudad o insertar planos sobrevolando la Giralda de noche para que te creas que la serie ocurre en Sevilla, porque nadie en Sevilla habla así.


    Los actores principales son en su mayoría extranjeros, y los secundarios están tan doblados como ellos, pero hombre, ya que los doblas para emitir la serie en España, hombre, ¡cúrratelo un poco! No se trata sólo del acento, ni de que inserten en los diálogos  ozús” y  miarmas” varios. No, tampoco es eso.

    Es que nadie en Sevilla habla de esa forma ni usa esas expresiones, y menos si son sevillanos como se pretende en la serie: un buen ejemplo de cómo se debería haber hecho lo tenemos en películas como 7 Vírgenes o Grupo 7, en las que por cierto, nuevamente los que pegan el cante son los protagonistas, que no son andaluces, aunque aquí tiene la excusa argumental de que en ambos casos son forasteros. En el caso de Falcón no es así.


    En fin, resumiendo: buen intento pero fallido. Gustará sobre todo a los amantes de las historias de detectives y de cine negro, y supongo que a los extranjeros que quieran ver una historia de este tipo ambientada en un lugar “exótico” como Sevilla, con vistas del puente de Triana en vez de en las calles de Manhattan, con vistas del puente de Brooklyn





Seldon
(publicado en El Pobre(cito) Hablador)

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