martes, 8 de octubre de 2013

Sharknado (2013) de Anthony C.Ferrante



"Nunca volverás a reírte de un taburete de bar"

¿Se imaginan una peli en la que un puto taburete sea el protagonista? ¿Se imaginan una peli en la que los tiburones se desenvuelvan mejor en tierra y aire que en mar? ¿Se imaginan una peli donde las inundaciones duren fracciones de segundo volviéndose cada vez más dañinas y desafiando el espacio-tiempo? ¿Se imaginan una peli sin sentido y a la vez divertida? Pues dejen de imaginar, esa película existe y se llama “Sharknado”.




Todo comienza con una negociación entre un capitán de barco más pirado que cualquiera de los personajes de Nicholson y un chino tarantiniano. Futuro negro el de ambos. Nos dan igual, se lo merecían. Vale, a esa escena le suceden, sin aparente coherencia, felicidad, tías buenas y surfeadores a porrón, entre los que distinguimos a uno de los personajes clave: un hombretón más chulo que un ocho. Tiene familia, y una tasca a pie de playa con una camarera buenorra de la que pasa. Porque él pasa de todo, es así de guay. Y entonces entra en escena nuestro querido protagonista, el taburete de bar, soportando el peso del trasero de un viejo verde pero simpático. Bravo, genial arranque, ya tenemos a todos los personajes localizados. 

El taburete, héroe indiscutible de la película, salvará algunas vidas, tanto humanas como caninas, consiguiendo una empatía con el espectador pocas veces vista en el séptimo arte. Pero, en un hitchcockiano giro maestro, nuestro protagonista desaparece de la trama sin previo aviso; no sabremos nada más de él. Tranquilidad, no se preocupen, ¡todo controlado! Pasada la mitad de la peli se sacan de la chistera un nuevo sujeto en forma de hijo y a tomar por saco. Claro, con este nuevo y profundo personaje nuestra pena por el taburete desaparece. Y todo esto ocurre mientras los tiburones se dan una vuelta (nunca mejor dicho) por los cielos norteamericanos y las lluvias torrenciales provocan inundaciones que aparecen y desaparecen por arte de magia. Porque en un acto de continuidad sin precedentes tenemos un chalecito sumergido en un océano con ecosistema propio; a los 5 segundos tan sólo está ligeramente mojado; y ,al instante, vayan ustedes a saber por qué, se derrumba ¿Esoterismo? ¿George W.Bush? ¿La casa de los tres cerditos? No hay respuesta. Escenas como ésta se suceden continuamente hasta llegar a ese apoteósico desenlace que bien merece un aplauso. O dos. Para poner en las escuelas de guionistas. 



Pensarán todos ustedes que con lo que les cuento estoy hablando de un film lamentable, y tendrán razón. Porque… ¿Son sus actuaciones, efectos especiales, montaje, guión y dirección casi dolorosos? Sin duda. Pero ‘Sharknado’ se las apaña para divertir desde el ridículo. Yo, por lo menos, me he tronchado con algunas escenas, tengo que reconocerlo, y por eso nunca podré suspenderla. No hay más que ver la frase del título de mi crítica. Porque todos nos hemos reído de algún taburete alguna vez...

¿La recomiendo? Ni idea. Lo que sí tengo claro es que los amantes de las películas de serie B no deben perdérsela por nada del mundo.

NOTA: 5/10




--- Ballesta21 (BallestaV) ---

4 comentarios:

  1. Me la voy a perdonar, Carlos... ya te vale :P

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  2. Pues yo quiero verla oye!! jaja...esto promete!!
    ;-)

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  3. Muy friki me parece. Supongo que me reiré mucho si la veo alguna vez, pero me temo que de casualidad, je, je. No me voy a matar por buscarla.
    Un saludo

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  4. Deberíais darle una oportunidad. No os arrepentiríais.

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