
Un buen día, Amelie encuentra una vieja caja de recuerdos infantiles, y decide localizar a su propietario para devolvérsela. Y, emocionada ante la satisfacción que provoca en éste, se lanza a ayudar al prójimo como forma de realizarse en la vida...
Amelie, la película, es un cuento muy bonito y muy bien contado, que además está perfectamente acompañado por una realización tan efectista como efectiva.
Un cuento con final feliz pero que, como cualquier buen cuento, tiene un trasfondo algo oscuro. Pues trata esencialmente de la soledad, analizándola desde diferentes situaciones y contemplándola en diferentes posibilidades: obligadas, sufridas por abandono, llegadas por pérdidas o, en buena medida, escogidas.
Cada personaje de la película tiene sus peculiaridades y unas personalidades más o menos características y peculiares, pero en todo momento se busca que reflejen alguna idea sobre ese concepto de soledad.
Hay quién sin ningún motivo se siente superior al resto, quedándose sólo en sus alturas, y quién está menos dotado y sufre en soledad los abusos de los anteriores. Otros están solos por algún tipo de desamor, o al menos combinan con ello su falta de compañía: son personajes despechados o en ocasiones simplemente deprimidos. También los hay que están solos en su proyecto personal, por el paso de los años, por una vocación artística o por ser buscadores de quimeras. Y los que están solos por sus taras mentales, angustias vitales en forma de hipocondrías y celos, o físicas, que directamente les impiden salir para relacionarse con el mundo.
Ahora bien, dado que la protagonista es la señorita Poulain, son ella y sus motivaciones las que centran la mayor atención de la película.
Y en su caso la soledad es más terrible, pues en buena medida se encuentra sola por voluntad propia, tanto ante el miedo a no ser aceptada por el mundo que la rodea como ante la más que probable posibilidad de que la gente a su alrededor no pueda estar a la altura de sus sueños.
Porque Amelie Poulain es un personaje inmaduro e inseguro, que se nutre de ensoñaciones para rellenar los huecos que quedan en su vida, y que se perjudica a si misma al dejar de cubrir sus necesidades reales con parte de esas ensoñaciones. Y si bien en cierta forma el destino ha jugado en su contra, lo cierto es que ella dispone de herramientas más que suficientes para luchar contra él.
Pero como la película es una comedia romántica que cuenta un cuento destinado a sacar la sonrisa de la gente, no todo puede centrarse en esa soledad y esos defectos de carácter.
Amelie ve como algunas situaciones de su vida y algunas de las personas que entran en ella la empujan a vivir, y no puede dejar de dejarse llevar por esa corriente.
Porque al final, uno ha de arriesgarse a sufrir viviendo si quiere ser verdaderamente feliz. Y porque en realidad, nadie puede huir eternamente de la vida.

Primero asumiendo un destino, hacer feliz a los demás, aunque de forma anónima, sin atreverse a mostrarse como la benefactora que en realidad es.
Y luego, por fin, después de muchas dudas y varios intentos, y tras atreverse a vencer sus miedos (empujada de nuevo por alguno de sus amigos), es capaz de ayudarse a si misma y encontrar aquello que necesitaba para ser feliz.
En cuanto al fondo de la película, hay poco más que decir, así que pasemos a los aspectos formales más llamativos.
Lo primero, se nos cuenta la historia a través de un narrador omnisciente que acentúa la sensación de estar ante alguna suerte de fábula, y que resulta muy efectivo para realzar cierta sensación de magia que está siempre presente en la concatenación de los hechos mostrados.
Por otro lado, la fotografía de la película está muy basada en tonos ocres, salpicado de vez en cuando por objetos de color azul brillante que resultan muy llamativos (de hecho, podría pensarse que hay algún sentido oculto detrás de esos objetos marcadamente azules, pero no he sido capaz de encontrárselo).
Es una fotografía en un color bastante oxidado que se aferra mucho a la tierra. Si no fuera una película eminentemente cuidadana, casi parecería escogida para dar una sensación de realidad y crudeza. Combina muy bien con el choque entre sueños y realidad que propone la película. Y también con el resto de la escenografía escogida, que tiende a dar un barniz envejecido a todo el conjunto pese a estar la película ambientada en la actualidad.
En cualquier caso, tanto esa fotografía como la escenografía son características bastante habituales del cine de Jean-Jacques Jeunet, que también se caracteriza por el tono fantástico de sus historias, e igual son más un mero acompañamiento "por defecto" que una búsqueda de un condicionamiento especial de la historia.
Los actores dan muy bien con los diferentes papeles con los que les toca lidiar, empezando por la propia Audrey Tautou, todo un descubrimiento en aquel momento para los aficionados que no seguimos demasiado el cine francés. Pero casi que me quedo con Serge Merlin, en el estupendo papel de monsieur Dufayel.

Creo que se nota que en algunos casos son actores típicos de las películas de Jeunet, y se deja ver el gusto por el proyecto.
Por último, otra de las características más llamativas de la película es su música, que casi parece un folk parisino de lo que huele a esa ciudad. Acompaña muy bien el desarrollo de la historia, y resulta muy evocadora, ayudando a generar la sensación de fantasía que caracteriza a la película.
Personalmente, Amelie me parece una muy buena película, muy entretenida. Puede que resulte demasiado "dulce" y benevolente, pues incluso viendo tanto peso del tema de la soledad en ella, procura no hacerse nada dura. Pero tampoco engaña; es lo que pretende, y muchas veces eso es precisamente lo que nos apetece ver.
Sin que esté entre mis películas favoritas, sin duda la recomendaría a cualquiera, y creo que alcanza sin problemas el 8.
Imágenes extraídas de Filmaffinity, www.peliculas.info y lelapinamoreux.wordpress.com
-OLIGOQUETO-